Cuerpo y significante. Sobre nudos y escritura en tiempos instituyentes.
De la vocalización al chiste
En principio mi agradecimiento a Guillermina Diaz, Alicia Lopez Groppo, Dora Gomez, Susana Splendiani, quienes me invitaron a Rosario para conversar.
Fue siempre la clínica lo que sostuvo y sostiene mi deseo de teorizar, de leer, escribir y estar en estos espacios con otros analistas. Lo real de la clínica que insiste y requiere de la lectura y la escritura. Que el analista sea al menos dos, implica un tiempo de lecturas de lo que fue la práctica, y entiendo que hay otro tiempo en el cual es esperable que esas lecturas se compartan con pares para producir otras nuevas, que algo se escriba y surjan nuevos interrogantes.
Nudos y escritura me llevó inmediatamente a pensar en la subjetivación de la estructura y se me ocurrió ese título: de la vocalización al chiste. Porque creo que da cuenta de un recorrido de la pulsión invocante que da por concluido el tiempo instituyente.
Entiendo que la subjetivación de la estructura es la inscripción del sujeto en un entramado que lo preexiste. Podríamos decir que, cuando el ser adviene al mundo, el inconsciente del Otro lo está esperando y, en las historias más felices, ese lugar estará ocupado por los padres y los parientes próximos. Se trata de esperas llenas de fantasmas, ideales y esperanzas que hacen que el deseo no sea anónimo sino que esté encarnado. Con estos sentidos dados se va armando el soporte que funda la posición subjetiva, urdimbre en la que el sujeto trama su afiliación en el campo del Otro.
Desde el inicio contamos con la estructura del Otro y en el movimiento va aconteciendo la inscripción en ella.
La infancia puede pensarse como un suceder en el cual se produce la afiliación en la estructura del lenguaje permitiendo el anudamiento borromeo de los registros. Se trata de tiempos lógicos que se entraman en un acontecer, en el cual los acontecimientos a los que la realidad confronta van a incidir en su empalme. En estos momentos se producen actos psíquicos que permitirán que el sujeto advenga.
En ese tránsito existe la posibilidad de intervención, la oportunidad de que un analista incida en la inscripción del sujeto en la estructura. Ubico las intervenciones como productoras de estas primeras articulaciones suponiendo que todavía es posible hacer suturas y costuras[1] a fin de anudar operaciones fundantes.
El término niño nombra distintos tiempos en la subjetivación de la estructura
Respecto a las chances de intervenciones eficaces, distingo dos momentos en la infancia: el tiempo fundante, en el cual se realizan las operaciones que permiten que el sujeto se inscriba en el campo del Otro, y el de la latencia que, implica haber transitado el drama edípico.
En tiempos fundantes se juega la posibilidad de la constitución del parlêtre.
Oportunidades para que se realicen las identificaciones que forman al cuerpo y la pulsión organice sus circuitos, para que se constituya el yo, el objeto, el semejante y se arme la realidad.
Ocasiones para que opere la metáfora paterna, para que la operación de Negación permita el inicio del juego, posibilite que el infans se apropie del lenguaje y pueda hablar.
Por todo esto que vengo diciendo ubico una particularidad en esta práctica: si es posible situar y conmover posiciones de amor, deseo y goce en los padres, estos movimientos modifican la posición del niño e incidirán en la organización fantasmática.
Porque el sujeto al que apuntamos se ubica en ese entramado discursivo, se escucha en los dichos del niño y en el decir de los padres. Se trata entonces de ubicar al sujeto en el discurso, y cuando hablamos de discurso nos referimos a una articulación significante que podrá o no modularse en palabras.
Otra particularidad que encuentro en esta clínica es que dicha articulación se realiza en el juego.
La subjetivación es efecto de operaciones que requieren de la estructura temporal del devenir, propio de la metonimia y de la sincronía que precipita en la metáfora. Me parece que es preciso incluir la temporalidad del goce, la sexualidad que se manifiesta en forma de pulsiones parciales, que se entrama a aquella que atañe a la maduración biológica.
Entiendo que hay tiempos del armado del cuerpo y el modo de intervención del analista se ajusta a estos tiempos.
Así como hay un recorrido entre el grito inicial de un viviente y el hablar en nombre propio, lo hay entre los primeros juegos de oposición y el jugar con el doble sentido, con las homofonías de lalengua.
De la vocalización al chiste
Para hablar es necesario: estar inscripto en el lenguaje, apropiarse de lalangue y disponer de la palabra.
En el acto de caer al mundo, un bebé que fue introducido en el lenguaje, pierde su animalidad. Inmerso en ese caldo de lenguaje que es la cultura, las palabras serán alimento necesario y puede morir si a nadie le hace falta.
Hay un largo recorrido desde la primera explosión de llanto, hasta que el parlante ser pueda decir algo. El lenguaje debe incorporarse mediante las identificaciones para devenir simbólico y es preciso que se organice la pulsión invocante.
Cuando una madre se supone invocada, hace del llanto, llamado, y el grito tendrá el sentido que ella le otorgue. Cuando opera el deseo, supone anticipadamente al sujeto y lo nomina. La invocación apela al sujeto que podría advenir. Pero para llamar es preciso ceder la voz y para ello, hace falta que el sujeto la haya recibido del Otro.
¿Cómo se dona la voz? No se trata de la comunicación de un contenido en particular, ni de un código que se enseña. El sujeto se inscribe en la trama simbólica del Otro y el lenguaje se instila a través de lalangue modelando el cuerpo.
Aquel que encarne la función materna instila una modalidad gozante a través del volumen, el timbre, la cadencia y el ritmo de su voz. Habla a su bebé con un tono diferente que al resto y sin pensar si entiende el significado de lo que dice. Propone fonemas a ser repetidos, dona el silencio y espera atenta los sonidos que su bebé produce. Prestándose al juego, lo inicia. La diferencia que introduce, sostenida en el amor, es una fuente de placer y reorienta el sonido que el infans va creando. El fonema, en ese caso, es signo de amor y anuda al goce.
El otro materno, en un acto de amor, dona un lugar disponible para alojar a su hijo, entrega la voz que luego podrá ser incorporada. La posibilidad del armado del circuito invocante se vincula con el tiempo primero de la identificación a lo Real del Otro real, en la cual se produce el vacío que permite a su vez incorporar al lenguaje como simbólico, como alteridad.
A los pocas semanas de nacido un bebé distingue la música materna entre los ruidos del ambiente, si fue siendo arrullado producirá balbuceos, y si se le hace eco, jugará a repetir lo oído cambiando la producción sonora. La pulsión es el eco en el cuerpo de que hay un decir, resonancia que en su repetición permite escuchar la diferencia, ya que no todo turba al cuerpo, cada quien hará su recorte, el sujeto hará lectura de lo que pudo escuchar.
Cuando los bebés fueron canturreados, luego se arrullan para dormirse, incorporando el canto. En el laleo gozan jugando con fonemas de la fonatoria materna y se apropian de lalangue. Escanden los sonidos marcando diferencias entre ellos y situando el intervalo entre el sonido y el silencio. En la vocalización y el parloteo van distinguiendo elementos significativos y en esta distinción, la legalidad ya está operando. Por eso, lalangue introduce el goce y también lo civiliza.
Luego, durante el tiempo de la incorporación del lenguaje en tanto significante, los niños pequeños juegan con las onomatopeyas, con el sin sentido, amasan, rompen, destruyen y mastican las palabras para crear las propias.
Lalangue y la voz
Lacan crea el neologismo troumatisme –jugando con dos términos, el de agujero (trou) y el de traumático– para decir que eso se produce porque no hay relación sexual y ubica que el trou, el agujero de lo real, permite que se pueda inventar. En el Seminario 24 dice que “el aprendizaje que el sujeto ha sufrido de una lengua entre otras” es traumático.
El aprendizaje de la lengua es traumático, en el sentido del impacto de lo real que irrumpe en el soma transformándolo en cuerpo. A su vez está en juego el agujero de lo Real, en términos del horadamiento necesario para articular la lengua. El vaciamiento del ruido permite al cuerpo gozar de la voz.
Creemos entender lo que se dice porque el sonido se enlaza a los significados. Al escuchar una lengua extranjera, sonido y sentido no se articulan y queda la melodía separada de la palabra pudiendo musicalizarse o molestando como un sonido extraño. Cuando esto acontece con la lengua materna podría deberse a que no hubo articulación entre esa lengua y la función materna para que lalangue se instile.
Arriesgo decir que cuando se está en el lenguaje pero no se produjo ese troumatisme el objeto a voz no se recorta y queda soldado al ruido, la pulsión invocante no completa su circuito, entonces, aunque se hable no se dispone de la palabra.
Lacan se vale de la homofonía para vaciar a la voz de su materialidad sonora y ubicarla en la cuenta de la operación significante. Así como el objeto a mirada es lo que falta a la visión, la voz como objeto a es lo que falta al ruido, es áfona.
La voz se constituye como tal en tanto objeto caído del Otro, desprendida del sonido, cae en la retroacción de un significante sobre otro. Vaciada de sustancia, el goce de la voz se desplaza a través de los efectos metonímicos de la cadena significante.
Cuando este objeto se recorta, se separa del ruido y se hace presente en el silencio y en la escritura.
Lacan decía que los oídos son el único orificio que no puede ocluirse en el campo del inconsciente . El oído funciona como los instrumentos de viento (tuba, shofar): resuenan cuando se los sopla porque en el interior son vacíos; pero la voz no resuena en un vacío espacial sino en el vacío del Otro. Entiendo que se refiere a ese vacío de goce que permite la resonancia de la voz en el inconsciente y no a la anatomía del oído, que no se cierra voluntariamente. El inconsciente es la manera en que el sujeto dividido está impregnado por el lenguaje, es un saber hacer con lalangue. La eficacia de la palabra, es que el inconsciente no puede cerrarse a la voz. La pulsión invocante, a diferencia del resto de las pulsiones, no cuenta con un dique que ponga freno a la voz. Así el superyo, cuando opera la función paterna, es uno de los destinos de la voz.
Hace tiempo que me pregunto qué hace de tope a lo invocante. Voy encontrando algunas respuestas en el camino del análisis: soportar la castración; lo cual implica la noción del Otro barrado y la experiencia de su inexistencia
Cuando se organiza la pulsión invocante, el cuerpo goza del objeto a voz. Si no se produce esa pérdida de ruido que la voz implica, esta transmite la presencia del Otro sin agujero ni falta y el sonido puede dañar. Nos encontramos con niños que profieren sonidos para obstruir esta voz insoportable, intrusiva. Ocurre en muchos casos diagnosticados como autismo.
Una observación que surge de mi experiencia con niños pequeños es que aunque yo escuche en lo que dicen formaciones del inconsciente, a ellos no les resuenan.
¿Por qué el chiste no mueve a risa en tiempos fundantes de la estructura?
Todos sabemos que los niños cuando todavía no leen y escriben con fluidez, se ríen frente a lo cómico, pero el chiste no los afecta porque sencillamente no lo entienden. Pueden jugar con la equivocidad del lenguaje en el terreno de lo cómico, de modo que si les señalamos una imagen y la nombramos de un modo diferente, les produce mucho placer y piden su repetición. Cuando jugamos a despegar el nombre, de la cosa, la forma se quiebra de un modo que sorprende y esa ruptura desata la risa, pero se tardará mucho tiempo para que el chiste, como cosquilleo sonoro, conmueva al cuerpo en la risa. Situaciones reveladoras de que lo cómico que desenlaza lo imaginario de lo real es un tiempo previo al del chiste que desanuda lo imaginario de lo simbólico.
Utilizo la palabra tiempo aclarando que no me refiero a cuestiones evolutivas. La emergencia del inconsciente es puntual, pero que ese destello se produzca requiere de operaciones precedentes. Luego, la efectuación de las mismas nos hace leer sus formaciones.
Me resulta particularmente interesante que los niños pequeños no puedan jugar con los equívocos de la lengua [resultante de la homofonía (igual pronunciación, distinta escritura, distinto significado), la homonimia (banco. Banco) y la paronimia (casar. cazar) ]. Es así que el lapsus no les concierne o el sueño suele no interrogarlos como algo propio no les resuenan las formaciones del inconsciente
Cuando un niño juega con una lapicera y dice que es un avión, está reemplazando un objeto por otro, le está dando vida a un objeto inanimado, está pudiendo investir el objeto con una significación que le asigna. Podríamos decir que es un momento originario de la metáfora. Del mismo modo que en los orígenes de la apropiación de la palabra el niño nomina al perro como “babau”, sin darse cuenta de la sustitución por la que está tomado en el lenguaje. Incluso, si un par de años más tarde, le decimos al mismo niño que tenemos una palabra “en la punta de la lengua”, seguramente nos pedirá que abramos la boca para encontrarla. No hay doble sentido a descifrar.
Encuentro que hay una coincidencia entre jugar con el equívoco que se produce por efecto de la polisemia o la polifonía y el momento en el cual lo genital se articula al goce fálico, concluyendo un tiempo de la infancia. Tiempo de conclusión, en el cual se nombra a lo sexual dando inicio al juego significante.
Decía antes que la división significante del sujeto es efecto de operaciones lógicas y, a su vez, estas operaciones se despliegan en un transcurrir y ubico al transcurrir en relación con la pulsión y el goce ya que es preciso que dichas operaciones se inscriban en el cuerpo para que resuenen las formaciones del inconsciente.
Sabemos que es ineludible contar con la operación de represión para que la neurosis se organice, se requiere de lo simbólico para que ley ingrese en la estructura. Luego, a condición de que se ubique lo genital se articule al falo (goce fálico), será posible jugar con el equívoco que la pluralidad de sentidos produce en el decir.
Entiendo que Lacan se refiere a eso al afirmar que “el inconsciente es una invención, en el sentido de que es un descubrimiento que está ligado al encuentro que ciertos seres tienen con su propia erección”. [2]
Suelo referirme al chiste que los chicos cuentan entre tercero y cuarto grado. “¿Sabés quién es Benito?... Benito Cámelas, y ¿lo conocés a Johnny?... Johnny Telastoco”
Somos testigos de este momento de anudamiento de la neurosis en el cual se comienza a jugar con los efectos que produce el equívoco fónico. En la clínica nos encontramos con que ése es un momento en el cual los niños descubren el inconsciente.
Momento en el cual el chiste se siente y se corresponde con un tiempo del armado del cuerpo que resuena en transferencia. Porque la transferencia es lo que manifiesta en la experiencia la puesta en acto de la realidad del inconsciente que es sexual. Es así que son los niños quienes nos enseñan de este pasaje, que no es efecto de un avance en el pensamiento, sino de la posibilidad de ubicarse con relación al goce.
El jugar con significantes en el chiste da cuenta de un tiempo de inscripción de la falta, de un posicionamiento respecto de la castración que implica la apropiación de sus efectos. Supone la ubicación de la falta en el Otro y la producción subjetiva que entraña el restarse del Otro. Que la castración esté operando en la estructura no es lo mismo que apropiarse de sus efectos.
Por ejemplo: una amiga brasilera casada con un argentino encontró a su hija de cuatro años mirándose con atención la lengua en el espejo: le preguntó qué hacía y la nena le dijo: “dice mi maestra que mi problema son las dos lenguas!”. Esto nos hace reír a nosotros y disfrutamos de la literalidad de los niños en estos tiempos porque es esperable que ocurra.
Un niño de once años me dice “ ¿En qué se parecen un bebé y un cepillo? En que los dos se pillan" . Cuando vuelvo a preguntarle por el chiste diciendo que no lo entiendo (ya que dudaba que él pudiese jugar con el doble sentido) me lo explica: "el cepillo cepilla y el bebé se cepilla con el cepillo". Me entero entonces que los copiaba de un programa de televisión y corroboró la preocupación de que una operación que debería estar funcionando a los once años no se ha inscripto.
El chiste cuando rompe un sentido que da lugar al sinsentido, para pasar a otro, pone de manifiesto un punto de falla en el Otro. Pone en acto que la palabra no sostiene un sentido pleno y de ese modo descompleta al Otro.
Distingue tiempos: entre un sentido y el otro necesita del intervalo del sinsentido. Supone la espera en la cual, el otro, que es un par, queda por un instante cautivado en las redes del relator para concluir con un sentido que lo sorprende. En su movimiento, busca inquietarlo y espera su reacción. El chiste apunta a producir placer en el otro, lo toca, le hace cosquillas con las palabras.
Es un juego con el paso de sentido y, al concluir, se satisface en la significación compartida con el partenaire. Se pone en juego el deseo, apuntando a la falta y haciendo blanco en el semejante, ya que precisa de su asentimiento que se sanciona en la risa. En ese recorrido el sujeto se produce en el mensaje que retorna en la carcajada. El chiste anuda el uso del significante con una satisfacción.
En su conclusión recupera un goce perdido, perdido originalmente, por la inmersión en el lenguaje. Da cuenta también de un tiempo de juego con el objeto a voz en la cual la voz está vaciada del ruido y está puesta en la cuenta de la operación significante, esto permite apropiarse de la lengua y modificar sus direcciones, sus sentidos posibles.
Las formaciones del inconsciente: chiste, lapsus, síntoma, sueños….. que interrogan y pueden desplegarse en transferencia, son resultado de la neurosis constituida, del anudamiento borromeo de la estructura que permite la interpretación como corte y cambio de sentido.
Sin embargo, el inconsciente no se escucha solamente en las formaciones tradicionales.
Los niños pequeños no se sienten concernidos en el equívoco fónico pero revelan en el cuerpo la reverberación del decir.
Esto conlleva distintos modos de intervención y en este sentido con los niños aprendemos a trabajar con la pulsión; ya que hablan con el cuerpo, dando cuenta del eco del decir. Ese tiempo en cual el fantasma no está articulado Las producciones de los niños dan cuenta, o son efecto, de la modalidad gozante que le ha sido instilada por lalengua y que se muestra y se trabaja en el juego. El analista se presta al juego ajustándose al tiempo del analizante, ocasionalmente a través de la interpretación, la mayoría de las veces siendo soporte, en la transferencia, de los objetos pulsionales que van entonando el discurso.
En tiempos fundantes de la estructura entiendo que no nos encontramos con las formaciones del inconsciente típicas de las neurosis sino que se trata de leer al inconsciente en sus modos de decir.
Decimos que el inconsciente es el discurso del Otro y tenemos que estar advertidos que la relación al Otro mas allá de los tiempos del análisis, no es la misma en los tiempos de anudamiento de la estructura.
En la Conferencia en Ginebra Lacan, plantea que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar a un niño lleva la marca del modo bajo el cual los padres lo han aceptado Instilar es poner, poco a poco, gota a gota, un líquido en otra sustancia. Considero que es una forma preciosa de pensar que el cuerpo no está simplemente atravesado por el lenguaje, ya que instilar. sugiere dos materiales diferentes que quedan ligados para siempre, se mezclan produciendo una sustancia nueva. Es decir que no alcanza con afirmar que el cuerpo está atravesado por el lenguaje, sino que está modelado por la lalengua.
Se trata de una instilación que produce una composición nueva: el parlêtre, el hablanteser. Producimos seres que son hablados y, si todo marcha relativamente bien, hablan.
También afirma que “El inconsciente es la manera que ha tenido el sujeto dividido de ser impregnado por el lenguaje”. [3] Impregnado, connota que una sustancia se incorpora en otra lo cual enfatiza que no está solamente en juego la partición. Se trata de otra topología.
Agrega: Con el significante no he agotado en absoluto la cuestión. El significante […] está encarnado en el lenguaje. Es decir que toma forma corporal en el lenguaje, hablamos con el cuerpo, en el análisis no se trata sólo de juego significante, lo cual llevaría a un análisis interminable, a un juego de palabras infinito, sino que está en juego el goce y por tanto lo real, el trabajo con el objeto y el fantasma. Al sujeto no sólo se lo define desde la articulación significante, no es sólo sujeto del deseo sino que está también ligado al amor y al goce.
Este es un Inconsciente que no solamente se despliega entre significantes sino que muerde y toca lo real. En La tercera, el inconsciente es un saber que se articula con la lengua, con lo real con que se goza. Ese real puede abordarse a partir del objeto. Porque no sólo se escucha al sujeto en el significante que lo representa sino en la modalidad de goce que se va desplegando en todo tipo de tropiezos, en la entonación, en el estilo, en la modalidad, en la enunciación.
Respecto del sueño:
Un niño de cinco años, soñaba reiteradamente que una ballena se lo comía. Su madre estaba embarazada y la voracidad de su decir locuaz y aspirante, concordaba con su enorme cuerpo.
La homofonía entre Ballena y Va llena que me resonaba, a él no lo afectaba y lo único que pedía es que le “saque ese sueño feo” que le molestaba y que relataba con mucha angustia. Lo que a mí me resultaba obvio de este juego significante, a él no lo implicaba en absoluto. Su sordera ante mis intervenciones en esa línea me enseñaron que la equivocidad entre Ballena y Va llena es posible por el juego homofónico y ortográfico, requiere el pasaje por la escritura. Mientras que él no podía leer lo que se escribía.
La insistencia en sus dibujos de grandes formas redondas me indicaba que jugaba con la correspondencia respecto de la forma enorme de la ballena y su enorme madre, pero todavía nada podía decir respecto de la ambigüedad del sentido.
Estos dibujos parecen ser efecto del tejido inconsciente. Es por eso que, en esta pesadilla aparece un deslizamiento respecto de la forma pero no se ofrece para ser interpretada por su valor fonemático.
La intervención no fue vía el equívoco fónico sino a través del juego. El juego atemperó el goce, condujo a reducirlo.
Él propuso el juego de Las damas donde reiteradamente se escuchaba: “te como, me comés, te comí, me comiste, me vas a comer…”, y las redondas fichas se acumulaban de un lado y del otro.
El goce se tramitó en el juego, al tiempo que el sujeto se produjo ahí mismo. Cuando pudo jugar a llenarse, llenarme, vaciarse, vaciarme, se sacó de encima el peso de la ballena y el sueño-pesadilla dejó de insistir desapareciendo la angustia. La voracidad se jugó en Las damas, el equívoco se sostuvo con esos pequeños objetos del juego de mesa que lo restaron del ser el objeto comestible.
La interpretación de un sueño, vía significante, será eficaz cuando el analizante pueda encontrarse representado por esta formación del inconsciente. Diría que en el caso de los niños, estos sueños simples no se muestran como formaciones del inconsciente, metafóricas, productos de la represión secundaria, pero dejan entrever el trabajo del inconsciente en su efectos.
Con los niños en tiempos instituyentes la intervención no es a través del doble sentido que el equívoco fónico puede proponer, sino a través del juego, porque el juego se enlaza finamente al estatuto del inconsciente en la clínica con niños.
En el tiempo en el cual el cuerpo se está armando, el modo de intervención no necesariamente es el de este tipo de interpretación.
En tiempos en que el juego significante aún no es posible, lo que le resuena al analista no necesariamente podrá ser articulado vía la interpretación como corte de sentido; intentara que el sentido se deslice mediado por el juego. De ese modo, la materialidad de la palabra en la cual reside la captura del inconsciente, tomará en préstamo la forma de los objetos. Lo cual consiente que el equívoco se muestre en el juego y que el cuerpo se sienta de otro modo, tocado por el cambio en la modalidad gozante.
En el trabajo con este tiempo de la infancia en que no hay aún un fantasma organizado nuestro trabajo es con la modalidad gozante y esto nos da chances de operar con el objeto de un modo que permanentemente me sorprende e interroga
[1] Cf. Términos utilizados por Jacques Lacan, Seminario 23: El sinthoma, clase del 13 de enero de 1975, inédito, trad. R. Rodríguez Ponte. [2] Jacques Lacan, Conference a Geneve sur le symptôme [3] Jacques Lacan, Conferencia en Ginebra sobre el Síntoma. [4] El equívoco (de aequivocus que significa doble sentido) puede ser fonético, lexical o discursivo. [5] Jacques Lacan, Seminario 23: El Sinthoma, clase del 13 de Enero de 1975. Inédito.
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